sábado, 28 de abril de 2012

Antunes R. "Diez tesis sobre el trabajo presente"

Ricardo Antunes*


Diez tesis sobre el trabajo del presente

(y el futuro del trabajo)**

El siglo XX y la era de la degradación del trabajo

en la sociedad del automóvil

El siglo XX, ya ido, puede ser señalado como el siglo del automóvil. se

trataba de una producción cronometrada, con ritmo controlado, pro-

ducción homogénea, que buscaba que, como dijo Ford, la opción del

consumidor fuese escoger entre un auto Ford, color negro, modelo T u

otro auto Ford, color negro, modelo T. la línea de montaje, concebida

en ritmo seriado, rígido y parcelado, generó una producción en masa,

que objetivaba la ampliación del consumo también en masa, por ope-

rarios cuyos salarios también fueron incrementados.

Esta materialidad productiva que se desparramó hacia el mun-

do industrial y de servicios (hasta McDonald’s nació bajo este signo)

tuvo como corolario la genial descripción de chaplin: la degradación

del trabajo unilateral, estandarizado, parcelado, fetichizado, cosifcado

y maquinal. animalizado (el “gorila amaestrado” del que hablaba ta-

ylor), masifcado, sufriendo hasta el mismo control de su sexualidad

por el emprendimiento taylorista y fordista.

* profesor titular de sociología del trabajo en la universidad de campinas (uni-

caMp). autor de Los sentidos del trabajo 2005 (buenos aires: Herramienta) y ¿Adiós

al trabajo? 2003 (buenos aires: Herramienta), entre otros libros.

** traducción de aldo casas.El mundo del trabajo en América Latina

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Ricardo Antunes

aunque el trabajo era reglamentado y contratado, su degradación

en la sociedad taylorizada y fordizada estaba estampada en la meca-

nización, precarización, manualización, desantropomorfzación y, en

el límite, alienación.

Este fue el cuadro dominante hasta el inicio de los años setenta,

cuando ocurrió la crisis estructural del sistema productivo que, de

cierto modo, se prolonga hasta los días de hoy, visto que el vasto y glo-

bal proceso de reestructuración productiva todavía no cerró su ciclo.

pues bien, con todos estos cambios se mostró que la empresa ta-

ylorista y fordista ya había cumplido su trayectoria. se trataba, enton-

ces, de implementar nuevos mecanismos y formas de acumulación,

capaces de ofrecer respuestas al cuadro crítico que se diseñaba, es-

pecialmente a partir de la eclosión de las luchas sociales de 1968, en

Francia, o del “octubre caliente” de italia de 1969, las cuales objetiva-

ron el control social de la producción.

Fueron varias las experiencias ensayadas por el capital en su pro-

ceso de reestructuración: en Kalmar (suecia); en el norte de italia, con

la llamada “tercera italia”; en california (Estados unidos); en el rei-

no unido; en alemania y en otros diversos países y regiones, siendo

el experimento toyotista de Japón el más expresivo de todos. para los

capitales se trataba, por consiguiente, de garantizar la acumulación

de modo cada vez más fexible. De allí la gesta de la llamada empresa

fexible o lioflizada.

Esta transformación estructural tuvo fuerte impulso después de

las victorias del neoliberalismo, cuando un nuevo recetario, un nuevo

diseño ideopolítico se presentó como alternativa de dominación en

sustitución al welfare state. se comenzaba a expandir otra pragmáti-

ca que se articuló íntimamente con la reestructuración productiva en

curso a escala global.

La ingeniería de la liofilización en el

microcosmos de la producción

Esta reestructuración productiva se fundamentó en lo que el ideario

dominante denominó como lean production, esto es, la empresa des-

grasada, la empresa moderna, la empresa que constriñe, restringe, cohí-

be, limita el trabajo vivo, ampliando la maquinaria tecnocientífca que

Marx denominara “trabajo muerto”. Y que rediseñó la planta producti-

va de un modo bastante distinto al del taylorismo-fordismo, reducien-

do enormemente la fuerza de trabajo viva y ampliando intensamente

su productividad. reterritorializando y también desterritorializando el

mundo productivo. El espacio y el tiempo se convulsionaron.

El resultado está en todas partes: desempleo explosivo, precari-

zación estructural del trabajo, rebajas salariales, pérdida de derechos,

etcétera. se verifca la expansión de aquello que Juan castillo bautizó

como “lioflización organizacional”: un proceso en el cual las sustan-

cias vivas son eliminadas, puesto que el trabajo vivo es crecientemente

sustituido por el trabajo muerto (castillo, 1996).

En esta nueva empresa lioflizada, es necesario un nuevo tipo

de trabajo, un nuevo tipo de lo que antes se llamaba trabajadores y

actualmente los capitales denominan, místicamente, colaboradores.

¿cuáles son los contornos de este nuevo tipo de trabajo?

éste debe ser más polivalente, multifuncional, lo que es distinto

del trabajo que se desarrollaba en la empresa taylorista y fordista. El

trabajo que cada vez más buscan las empresas, ya no es aquel que se

basaba en la especialización taylorista y fordista, sino el que foreció

en la fase de desespecialización multifuncional, del trabajo multifun-

cional, que en verdad expresa la enorme intensifcación de los ritmos,

tiempos y procesos del trabajo. Y esto ocurre tanto en el mundo indus-

trial como en el de los servicios, por no hablar de los agronegocios,

que soterran la tradicional división entre los sectores agrícola, indus-

trial y de servicios.

además de operar por medio de varias máquinas, en el mundo

del trabajo hoy presenciamos también la ampliación del trabajo inma-

terial, realizado en las esferas de la comunicación, la publicidad y el

marketing, propias de la sociedad de los logos, de las marcas, de lo sim-

bólico, de lo que involucra y de lo superfuo, de lo informacional. Es lo

que el discurso empresarial llama sociedad del conocimiento, presente

en la identifcación de nike, en la concepción de un nuevo software de

Microsoft, en el modelo nuevo de benetton, que resultan de la labor

inmaterial que, articulada e injerta en el trabajo material, expresan las

formas contemporáneas del valor (antunes, 2003 y 2005a).

los servicios públicos, como los de salud, energía, educación, te-

lecomunicaciones, jubilación, etcétera, también sufrieron, como no

podía ser de otra manera, un notable proceso de reestructuración y se

subordinaron a la máxima de la mercantilización que viene afectando

fuertemente a los trabajadores del sector estatal y público.

El resultado parece evidente: se intensifcan las formas de extrac-

ción de trabajo, se amplían las tercerizaciones, las nociones de espa-

cio y de tiempo también fueron metamorfoseadas y todo eso cambia

mucho el modo en que el capital produce las mercancías, sean ellas

materiales o inmateriales, corpóreas o simbólicas. Donde había una

empresa concentrada se la puede sustituir por varias pequeñas unida-

des interligadas por la red, con un número mucho más reducido de

trabajadores, que producen muchas veces más. aforan el trabajo de

la telemática, el trabajo conectado en red, el trabajo en la casa, etcé-

tera, con las más distintas formas de precarización (Huws, 2003). las El mundo del trabajo en América Latina

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repercusiones en el plano organizativo, valorativo, subjetivo e ideopo-

lítico del mundo del trabajo son por demás evidentes.

El trabajo estable se torna, entonces, (casi) virtual. Estamos vi-

viendo, por lo tanto, la erosión del trabajo contratado y reglamentado

dominante en el siglo XX y vemos su sustitución por las tercerizacio-

nes, por gran parte de las fexibilizaciones, por las formas de trabajo

part-time, por las diversas formas de emprendedorismo, cooperativis-

mo, trabajo voluntario, tercer sector, etcétera, de aquello que luciano

Vasapollo denominó “trabajo atípico” (Vasapollo, 2005).

El ejemplo de las cooperativas tal vez sea todavía más elocuen-

te, dado que originalmente ellas nacieron como instrumento de lucha

obrera contra el desempleo y el despotismo del trabajo. Hoy, por el

contrario, los capitales vienen creando falsas cooperativas, como for-

ma de precarizar todavía más los derechos del trabajo. las cooperati-

vas patronales tienen, pues, un sentido opuesto al proyecto original de

las cooperativas de trabajadores, puesto que son verdaderos empren-

dimientos para destruir derechos y aumentar aún más las condiciones

de precarización de la clase trabajadora. similar es el caso del em-

prendedorismo, que cada vez más se confgura como una forma oculta

de trabajo asalariado y que permite la proliferación, en el escenario

abierto por el neoliberalismo y por la reestructuración productiva, de

las distintas formas de fexibilización salarial, de horario, funcional u

organizativa.

En este marco de precarización estructural del trabajo es que los

capitales globales están exigiendo a los gobiernos nacionales el des-

monte de la legislación social protectora del trabajo. Y fexibilizar di-

cha legislación signifca aumentar aún más los mecanismos de extrac-

ción de plustrabajo, ampliar las formas de precarización y destrucción

de los derechos sociales que fueron arduamente conquistados por la

clase trabajadora desde el inicio de la revolución industrial en ingla-

terra, y especialmente post-1930 (tomando el caso brasileño). Y todo

eso en plena era del avance tecnocientífco, con el desmoronamiento

de tantas (infundadas) esperanzas optimistas pues, en pleno avance

informacional, se amplía el mundo de la informalidad.

La era de la informatización y la época

de la informalización del trabajo

Hay, entonces, otra contradicción que se evidencia cuando se mira ha-

cia la (des)sociabilidad contemporánea en el mundo del capital mun-

dializado y fnanciarizado: cuanto mayor es la incidencia del ideario

pragmático de la llamada empresa moderna, cuanto más racionalizado

es su modus operandi, cuanto más se empeñan en la implantación de

las competencias, de la cualifcación, de la gestión del conocimiento,

más intensos parecen pasar a ser los niveles de degradación del trabajo

(ahora, en el sentido de la pérdida de lazos y de la erosión de los regla-

mentos y convenios) para una parcela enorme de trabajadores/as.

En la cúspide tenemos trabajos ultracalifcados que actúan en el

ámbito informacional; en la base avanzan la precarización y el desem-

pleo, ambos estructurales. En el medio, la hibridez: el ultracalifcado

hoy puede estar desempleado o precarizado mañana. ambos están en

expansión en el mundo del capital global.

Y, al apropiarse de la dimensión cognitiva del trabajo, al apode-

rarse de su dimensión intelectual –rasgo crucial del capitalismo de

nuestros días– los capitales amplían las formas y los mecanismos aún

“más coactivos, renovando las formas primitivas de violencia, toda

vez que –paradójicamente, como dice alberto bialakowsky– al mismo

tiempo las empresas necesitan cada vez más de la cooperación o el

‘envolvimiento’ subjetivo y social del trabajador” (bialakowsky et al.,

2003). por lo tanto, en lugar del fn o la reducción de la relevancia de

la teoría del valor-trabajo, hay una cualitativa alteración y ampliación

de las formas y mecanismos de extracción del trabajo.

Es sintomático también el eslogan adoptado por toyota en su

unidad de takaoka: “Yoi kangae, yoi shina” (Buenos pensamientos sig-

nifcan buenos productos), fjado en la bandera que famea a la entrada

(bremner y Dawson, 2003). pero es bueno recordar que estos pro-

yectos de involucramiento, fexibilización, etcétera, terminan también

por encontrar resistencia entre los trabajadores, según se vio en la

protesta de 1.300 trabajadores del sistema de autocontratación (Japan

Press Weekly, 21 de febrero de 2004: 13).

no es casualidad tampoco que Manpower –símbolo de empleo

en los Estados unidos– diga que “construye asociaciones con clientes

en más de 60 países […] más de 400 mil clientes de los más diver-

sos segmentos, como comercio, industria, servicios y promoción. […]

Manpower está preparada para atender a sus clientes con servicios de

alto valor agregado, como contratación y administración de emplea-

dos temporarios; reclutamiento y selección de profesionales efectivos

para todas las áreas; programas de trainees y de grado; proyectos de

tercerización y servicios de contact center; administración de r.H.

(r.H. total) y contratación de profesionales con alto grado de especia-

lización (División Manpower profesional)” (Manpower brasil,

manpower.com.br>; énfasis propio).

se tiene entonces, como resultante, que el predominio de la razón

instrumental asume la forma de una enorme irracionalidad societal,

lo cual plantea un desafío fundamental y candente: la deconstrucción

de ese ideario y de esa pragmática es la condición para que la huma-

nidad y, por lo tanto, también el trabajo, puedan ser verdaderamente El mundo del trabajo en América Latina

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dotados de sentido, y puedan frenar el destructivo proceso de desan-

tropomorfzación del trabajo en curso desde el inicio de la revolución

industrial.

la constatación es fuerte: en plena era de la informatización del

trabajo, del mundo maquinal y digital, estamos conociendo la época

de la informalización del trabajo, de los tercerizados, precarizados,

subcontratados, fexibilizados trabajadores de tiempo parcial, del

subproletariado.

si en el pasado reciente de brasil solo marginalmente la clase

trabajadora padecía niveles de informalidad, hoy más del 50% se en-

cuentra en esa condición (entendida la informalidad en sentido am-

plio): desprovista de derechos, fuera de la red de protección social y

sin cartera de trabajo. Mayor desempleo, precarización exacerbada,

rebajamiento salarial acentuado, pérdida creciente de derechos. Este

es el diseño más frecuente de nuestra clase trabajadora, lo que antici-

pa un siglo XXi con alta temperatura también en las confrontaciones

entre las fuerzas sociales del trabajo social y la totalidad del capital

social global.

El siglo XXI: entre la perennidad y la

superfluidad del trabajo

otro movimiento pendular alcanza a la clase trabajadora: por un lado,

cada vez menos hombres y mujeres trabajan mucho, a un ritmo e in-

tensidad semejantes a la fase pretérita del capitalismo, durante la gé-

nesis de la revolución industrial, lo cual confgura una reducción del

trabajo estable heredado de la fase industrial que conformó el capita-

lismo del siglo XX.

Dado que, sin embargo, los capitales no pueden eliminar comple-

tamente el trabajo vivo, logran reducirlo en varias áreas mientras lo

amplían en otras, como se ve simultáneamente con la creciente apro-

piación de la dimensión cognitiva del trabajo y la paralela ampliación

del trabajo descalifcado y precarizado. aquí encontramos, pues, el

rasgo de perennidad del trabajo.

En el otro extremo del péndulo, cada vez más hombres y mujeres

encuentran menos trabajo y se desparraman por el mundo en busca

de cualquier labor, confgurando entonces una creciente tendencia a

la precarización del trabajo a escala global que va de los Estados uni-

dos al Japón, de alemania a México, de inglaterra a brasil, y que tie-

ne en la ampliación del desempleo estructural su manifestación más

virulenta. por ejemplo, china, país que crece a un ritmo perturbador,

dadas las muchas peculiaridades de su proceso de industrialización

hipertardía –que combina fuerza de trabajo sobrante e hiperexplotada

con maquinaria industrial-informacional en ágil y explosivo desen-

volvimiento– presenta un contingente proletario industrial que sufrió

reducciones en consonancia con el avance tecnocientífco en curso.

según Jeremy rifkin, entre 1995-2002 china perdió más de 15 millo-

nes de trabajadores industriales (rifkin, 2004). no es otro el motivo

por el cual el partido comunista chino y su gobierno se alarman ante

el salto de las protestas sociales, decuplicadas en los últimos años, cer-

canas a las 80 mil manifestaciones en el año 2005. procesos similares

ocurren también en la india y en tantas otras partes del mundo, como

así también en nuestra américa latina.

se reduce el trabajo taylorista-fordista de la era del automóvil,

pero se amplía el universo de la clase-que-vive-del-trabajo, lo que nos

remite a las formas contemporáneas del valor.

La ampliación del trabajo intelectual abstracto

y las nuevas formas del valor (las interconexiones

entre trabajo material y trabajo inmaterial)

con la conversión del trabajo vivo y el trabajo muerto a partir del mo-

mento en que, por el desarrollo de los softwares, la máquina infor-

macional pasa a desempeñar actividades propias de la inteligencia

humana, se puede presenciar lo que lojkine (1995) sugestivamente

denominó “objetivación de las actividades cerebrales en la maquina-

ria”: transferencia del saber intelectual y cognitivo de la clase trabaja-

dora hacia la maquinaria informatizada, que se convierte en lenguaje

de la máquina informacional a través de las computadoras, con lo

cual se acentúa la transformación del trabajo vivo en trabajo muerto.

se profundiza entonces la creciente imbricación entre trabajo

material e inmaterial, toda vez que se observa, en el mundo contem-

poráneo, además de la monumental precarización del trabajo antes

referida, una signifcativa expansión del trabajo dotado de mayor di-

mensión intelectual, que se da en las actividades industriales más in-

formatizadas así como en las esferas de los sectores de servicios o las

comunicaciones, entre tantas otras.

así, el trabajo inmaterial manifesta la vigencia en la esfera in-

formacional de la forma-mercancía: él es expresión del contenido in-

formacional de la mercancía, y denota las mutaciones del trabajo en

el seno de las grandes empresas y del sector de servicios, donde el

trabajo manual directo está siendo sustituido por un trabajo dotado

de mayor dimensión intelectual. trabajo material e inmaterial, en la

imbricación creciente que existe entre ambos, se encuentran por lo

tanto centralmente subordinados a la lógica de producción de mer-

cancías y de capital.

coincidimos plenamente con Jean Marie Vincent cuando afrma

que “la propia forma valor del trabajo se metamorfosea. Ella asume El mundo del trabajo en América Latina

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crecientemente la forma valor del trabajo intelectual-abstracto. la

fuerza de trabajo intelectual producida dentro y fuera de la produc-

ción es absorbida como mercadería por el capital que la incorpora

para dar nuevas cualidades al trabajo muerto. […] la producción ma-

terial y la producción de servicios necesitan crecientemente de inno-

vaciones, tornándose por esto cada vez más subordinadas a una pro-

ducción creciente de conocimiento que se convierte en mercaderías y

capital” (Vincent, 1993).

la nueva fase del capital en la era de la empresa desgrasada re-

transfere el savoir faire hacia el trabajo, pero lo hace apropiándose

crecientemente de su dimensión intelectual, de sus capacidades cog-

nitivas, intentando incluir más fuerte e intensamente la subjetividad

existente en el mundo del trabajo. pero el proceso no se limita a esta

dimensión: parte del saber intelectual es transferido hacia las máquinas

informatizadas que se tornan más inteligentes al reproducirlo; aunque,

como la máquina no puede eliminar cabalmente el trabajo humano,

se requiere de una mayor interacción entre la subjetividad que trabaja

y la nueva máquina inteligente. En este proceso, el involucramiento

interactivo aumenta aún más el extrañamiento y la alienación del tra-

bajo, con lo cual se amplían las formas modernas de la reifcación y se

distancia todavía más la subjetividad, en lo que nicolas tertulian –en

el sentido de lukács maduro– denominó, sugestivamente, el ejercicio

de una “subjetividad auténtica y autodeterminada” (tertulian, 1993).

por lo tanto, en lugar de la sustitución del trabajo por la ciencia o

aun de la sustitución de la producción de valores por la esfera comu-

nicacional, de la sustitución de la producción por la información, lo

que se puede ver en el mundo contemporáneo es una mayor interre-

lación, una mayor interpenetración entre las actividades productivas y

las improductivas, entre las actividades fabriles y de servicios, entre

las actividades laborales prácticas y las actividades de concepción,

que se expanden en el contexto de la reestructuración productiva del

capital. lo que remite al desarrollo de una concepción ampliada para

comprender la forma de ser del trabajo en el capitalismo contemporá-

neo, y no a su negación.

Es así como parecen equivocadas las tesis que postulan la preva-

lencia del trabajo inmaterial hoy (con la consecuente descalifcación

del valor). por nuestra parte, creemos, al contrario, que las formas del

trabajo inmaterial expresan las distintas modalidades del trabajo vivo

necesarias para el incremento contemporáneo del valor. En la fase la-

boral práctica, en que el saber científco y el saber práctico se mezclan

todavía más directamente, la potencia creadora del trabajo vivo asume

tanto la forma –aún dominante– del trabajo material como la modali-

dad tendencial del trabajo inmaterial (antunes, 2005a y 2005b).

Esta última no se convierte en desmedida, incluso porque no

siendo única, y ni siquiera dominante –aquí afora otro rasgo ex-

plosivamente eurocéntrico de tales tesis–, el trabajo inmaterial se

convierte en trabajo intelectual abstracto, que injerta crecientes coágu-

los de trabajo inmaterial en la lógica prevaleciente de la acumulación

material, de modo que la medida del valor sigue siendo dada por el

tiempo social medio de un trabajo cada vez más complejo, asimilán-

dose a la nueva fase de producción de valor en las nuevas formas de

tiempo (cada vez más virtual) y de espacio. por lo tanto, la creciente

imbricación entre trabajo material e inmaterial confgura no tanto

una desactualización de la ley del valor sino más bien una adición

fundamental para comprender los nuevos mecanismos de la teoría

del valor hoy, en un contexto en que este movimiento sigue la lógica

de la fnanciarización.

Ya citamos antes el ejemplo de Manpower, una transnacional que

terceriza fuerza de trabajo en el ámbito mundial. también vimos que

lo que para muchos resulta intangible es claramente contabilizado

por toyota. Finalmente, es preciso destacar que la inmaterialidad es

una tendencia, en tanto que la materialidad es todavía largamente pre-

valeciente, en especial si se mira al capitalismo a escala global, mun-

dializado, diseñado por la (nueva) división internacional del trabajo

en la que, vale recordar una vez más, dos tercios de las personas que

trabajan se encuentran en los países del sur.

la explosión china en la última década (para no hablar de la in-

dia), enraizada en una enorme fuerza de trabajo sobrante, en la incor-

poración de tecnología informacional y en la estructuración en red

de las transnacionales, articulado todo con un control socio-técnico

de los trabajadores, viene permitiendo una explotación desmesurada

de la fuerza de trabajo y, consecuentemente, una expansión monu-

mental del valor que invalida (empírica y teóricamente) la teoría de

la irrelevancia del trabajo vivo en la producción de valor. además, los

ejemplos de china e india evidencian la fragilidad de las tesis que de-

fenden la preeminencia de la inmaterialidad del trabajo como forma

de superación o inadecuación de la ley del valor.

Del trabajo intensifcado de Japón al trabajo contingente presente

en los Estados unidos, de los inmigrantes que llegan a un occidente

avanzado al submundo del trabajo en el polo asiático, de las maqui-

ladoras en México a los precarizados de toda Europa occidental, de

nike a los McDonald’s, de general Motors a Ford y toyota, de las tra-

bajadoras de los call centers a los trabajadores de Wall Mart, se pueden

constatar distintas modalidades de trabajo vivo, en la cúspide o en la

base, pero todas de algún modo necesarias para la expansión de las

nuevas formas de agregación del valor.El mundo del trabajo en América Latina

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Ricardo Antunes

Sociedad postindustrial o interpenetración

de los sectores en la era de la financiarización

Hemos visto que una reestructuración productiva global en práctica-

mente todo el universo industrial y de servicios –consecuencia de la

nueva división internacional del trabajo– exigió mutaciones tanto en

el plano de la organización socio-técnica de la producción y del con-

trol del trabajo como en los procesos de reterritorialización y deste-

rritorialización de la producción, entre otras muchas consecuencias.

todo eso en un período marcado por la mundialización y la fnan-

ciarización de los capitales, lo que torna obsoleto el intento de tratar

independientemente los tres sectores tradicionales de la economía

(industria, agricultura y servicios), dada la enorme interpenetración

entre esas actividades, como ejemplifcan la agroindustria, la industria

de servicios y los servicios industriales. cabe aquí señalar (incluso por

las consecuencias políticas que se derivan de tal idea) que reconocer

la interdependencia sectorial es muy diferente a hablar de sociedad

postindustrial, concepción cargada de signifcación política.

Las múltiples transversalidades del trabajo:

género, generación y etnia

El mundo del trabajo vive un aumento signifcativo del contingente

femenino, que llega a ser más del 40%, o incluso más del 50% de

la fuerza de trabajo en diferentes países avanzados, y que ha sido

absorbido por el capital preferentemente en el universo del trabajo

part-time, precarizado y desreglamentado. En el reino unido, por

ejemplo, el contingente femenino superó al masculino en la com-

posición de la fuerza de trabajo (en el año 1998). se sabe que esta

expansión del trabajo femenino tiene, sin embargo, un signo inverso

cuando se trata de la temática salarial y de los derechos, pues la des-

igualdad salarial de las mujeres respecto de los varones contradice

su creciente participación en el mercado del trabajo. su porcentual

de remuneración es mucho menor al obtenido por el trabajo mascu-

lino. Frecuentemente ocurre lo mismo en lo que hace a los derechos

y condiciones de trabajo.

En la división sexual del trabajo operada por el capital dentro del

espacio fabril, generalmente las actividades de concepción o las basa-

das en capital intensivo son llevadas a cabo por trabajadores hombres,

mientras que las dotadas de menor cualifcación, más elementales y

frecuentemente fundadas en trabajo intensivo, son destinadas a las

mujeres trabajadoras (y, muy habitualmente también, a los trabajado-

res/as inmigrantes y negros/as). Esto sin hablar del trabajo duplicado

en el mundo de la producción y la reproducción, ambos imprescindi-

bles para el capital (pollert, 1996).

con el enorme incremento del nuevo proletariado informal, del

subproletariado fabril y de servicios, nuevos puestos de trabajo son

tomados por los inmigrantes como los gastarbeiters en alemania, el

lavoro nero en italia, los chicanos en Estados unidos, los inmigrantes

del Este europeo (polacos, húngaros, rumanos, albaneses, entre otros)

en Europa occidental, los dekaseguis en Japón, los bolivianos en bra-

sil, los brasiguayos en paraguay, etcétera. Vale recordar que la explo-

sión de la periferia parisiense a fnes del 2005 mostró elocuentemente

las conexiones entre trabajo, no trabajo, precarización, inmigración,

generación, etcétera.

En lo que concierne al trabajo generacional, los jóvenes y los vie-

jos son excluidos del mercado del trabajo: los primeros acaban mu-

chas veces engrosando las flas de los desempleados y al llegar a la

edad de 35-40 años difícilmente tengan la posibilidad de acceder a un

nuevo empleo.

paralelamente, en las últimas décadas hubo una importante in-

clusión de los niños en el mercado del trabajo, particularmente en

los países de industrialización intermedia y subordinada, como en los

asiáticos y latinoamericanos, pero alcanza también a numerosos paí-

ses centrales. aunque esta tendencia muestra importantes síntomas

de declinación, es aún muy signifcativa (e incluso inconmensurable)

en países como china, india, brasil, por ejemplo.

De este modo, son ricos los clivajes y las transversalidades exis-

tentes hoy entre los trabajadores estables y precarios, hombres y mu-

jeres, jóvenes y viejos, nacionales e inmigrantes, blancos, negros, in-

dios, califcados y descalifcados, incluidos y excluidos, entre tantos

otros ejemplos que confguran lo que venimos denominando como la

nueva morfología del trabajo. lo que nos lleva a la tesis siguiente.

Diseñando la nueva morfología del trabajo

a diferencia de las tesis que abogan el fn del trabajo, creo que el desa-

fío que enfrentamos es comprender la nueva polisemia del trabajo, esa

nueva morfología cuyo elemento más visible es el diseño multifacético

que resulta de las fuertes transformaciones que atravesaron al mundo

del capital en las últimas décadas.

Nueva morfología que comprende desde el operario industrial y

rural clásicos, en relativo proceso de retracción (desigual, cuando se

comparan los casos del norte y los del sur), hasta los asalariados de

servicios, los nuevos contingentes de hombres y mujeres terceriza-

dos, subcontratados, temporarios, que se amplían. Nueva morfología,

en la que se puede ver, simultáneamente, la retracción del operario

industrial de base taylorista-fordista y, por otro lado, la ampliación de

las nuevas modalidades de trabajo que siguen la lógica de la fexibili-El mundo del trabajo en América Latina

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Ricardo Antunes

dad toyotizada, según ejemplifcan las trabajadoras de telemarketing

y call center, los motoqueros que mueren en las calles y avenidas, los

digitalizadores que trabajan (y se lesionan) en los bancos, los asala-

riados del fast food, los trabajadores jóvenes de los hipermercados,

etcétera. Estos contingentes son parte constitutiva de las fuerzas so-

ciales del trabajo que ursula Huws denominó como “cybertariat, el

nuevo proletariado de la era de la cibernética que vive un trabajo

(casi) virtual en un mundo (muy) real” (Huws, 2003), glosando el

sugestivo título de su libro que discurre sobre las nuevas confgura-

ciones del trabajo en la era digital, de la informática y de la telemá-

tica, nuevos trabajadores y trabajadoras que oscilan entre la enorme

heterogeneidad (de género, etnia, generación, espacio, nacionalidad,

califcación, etcétera) de su forma de ser y el impulso tendiente hacia

una fuerte homogeneización que resulta de la condición precarizada

de los distintos trabajos.

La desjerarquización de los organismos

de representación del trabajo

si el impulso a la fexibilización del trabajo es una exigencia de los

capitales a escala cada vez más global, las respuestas del mundo del

trabajo deben confgurarse de maneras crecientemente internaciona-

lizadas, mundializadas, articulando íntimamente las acciones nacio-

nales con sus nexos internacionales. si la era de la mundialización

del capital se realizó de modo aún más intenso en las últimas décadas

(chesnais, 1996a y 1996b), entramos también en la era de la mundiali-

zación de las luchas sociales, de las fuerzas del trabajo ampliadas por

las fuerzas del no trabajo expresadas en las masas de desempleados

que se expanden por el mundo (bernardo, 2004).

En la argentina, por ejemplo, hemos presenciado nuevas formas

de confrontación social, como la explosión del movimiento de tra-

bajadores desocupados; los piqueteros que cortan las rutas para fre-

nar la circulación de mercaderías (con sus claras repercusiones en la

producción) y para llamar la atención sobre el fagelo del desempleo;

además de la expansión de la lucha de los trabajadores en torno a

las empresas recuperadas, ocupadas durante el período más crítico de

la recesión argentina, en los inicios de 2001. recordemos, al respec-

to, que la suma de las empresas bajo el control-dirección-gestión de

los trabajadores ya alcanza las dos centenas. Fueron todas respuestas

decisivas frente al desempleo e indicaron nuevas formas de luchas

sociales del trabajo.

asimismo, los eventos ocurridos en Francia hacia fnes de 2005,

con las explosiones de los inmigrantes (con poco o sin trabajo directa-

mente) y la destrucción de millares de autos (el símbolo del siglo XX),

las majestuosas manifestaciones de los estudiantes y trabajadores en

lucha contra el contrato del primer Empleo a comienzos de 2006, son

también experimentos seminales, poblados de signifcados.

Esta nueva morfología del trabajo no podría dejar de afectar a los

organismos de representación de los trabajadores, de ahí la enorme

crisis de los partidos y sindicatos. Que muchos analistas de esta cri-

sis vieran un carácter terminal para los organismos de clase es otra

cuestión. aquí queremos solamente registrar que la nueva morfología

del trabajo signifca también un nuevo diseño de las formas de repre-

sentación de las fuerzas sociales y políticas del trabajo. si la industria

taylorista y fordista es más parte del pasado que del presente (al menos

tendencialmente), ¿cómo imaginar que un sindicalismo verticalizado

podría representar este nuevo y compuesto mundo del trabajo? (bihr,

1991). Y más aún: ¿qué es ser un “partido político distinto” –Marx– de

clase, hoy, cuando muchos siguen arraigados y prisioneros ya sea de la

vieja socialdemocracia que adhirió al neoliberalismo o del vanguardis-

mo típico del siglo XX?

una conclusión se impone, a guisa de hipótesis: hoy debemos re-

conocer (e incluso saludar) la desjerarquización de los organismos de

clase. la antigua máxima que indicaba que primero venían los parti-

dos, después los sindicatos y, por fn, los demás movimientos sociales,

ya no tiene respaldo en el mundo real ni en sus luchas sociales. lo

más importante, hoy, es el movimiento social, sindical o partidario,

que aprehende las raíces de nuestras marañas y engranajes sociales y

percibe aquellas cuestiones que son vitales. Y, para hacerlo, para ser

radical, es imprescindible conocer la nueva morfología del trabajo,

como así también los complejos engranajes del capital.

Un nuevo sistema de metabolismo social:

autodeterminación y tiempo disponible

la construcción de un nuevo sistema de metabolismo social (Més-

záros, 1995), de un nuevo modo de producción y de vida fundado en

la actividad autodeterminada, basado en el tiempo disponible (para

producir valores de uso socialmente necesarios), en la realización del

trabajo socialmente necesario y contra la producción heterodeterminada

(basada en el tiempo excedente para la producción exclusiva de valores

de cambio para el mercado y para la reproducción del capital) es un im-

perativo crucial de nuestros días.

Dos principios vitales se imponen entonces:

El sentido societal dominante será dirigido a la atención de las 1.

efectivas necesidades humanas y sociales vitales, sean ellas ma-

teriales o inmateriales.El mundo del trabajo en América Latina

42 43

Ricardo Antunes

El ejercicio del trabajo, desprovisto de sus distintas formas de ex- 2.

trañamiento y alienación, generadas por el capital, será sinónimo

de autoactividad, esto es, actividad libre basada en el tiempo dis-

ponible.

con la lógica del capital y su sistema de metabolismo societal, la pro-

ducción de valores de uso socialmente necesarios se subordinó al valor

de cambio de las mercancías; de este modo, las funciones productivas

básicas, como también el control de su proceso, fueron radicalmente

separadas entre aquellos que producen y aquellos que controlan. como

dice Marx, el capital operó la separación entre trabajadores y medios

de producción, entre el “caracol y su concha” (Marx, 1971: 411), con

lo cual se profundizó la separación entre la producción volcada hacia

la atención de las necesidades humano-sociales y las necesidades de

autorreproducción del capital.

Habiendo sido el primer modo de producción en crear una ló-

gica que no toma en cuenta prioritariamente las reales necesidades

sociales sino la necesidad de reproducir el capital de modo cada vez

más ampliado, se instauró un “modo de producción que se distancia

de las reales necesidades autoproductivas de la humanidad” (Més-

záros, 2002).

El otro principio societal imprescindible estará dado por la con-

versión del trabajo en actividad vital, libre, autoactividad, fundada en

el tiempo disponible. lo que signifca rechazar la disyunción dada por

el tiempo de trabajo necesario para la reproducción social y el tiempo

de trabajo excedente para la reproducción del capital. Este último debe

ser radicalmente eliminado.

El ejercicio del trabajo autónomo, eliminado el porcentaje de

tiempo excedente para la producción de mercancías, eliminado tam-

bién el tiempo de producción destructivo y superfuo (esferas estas

controladas por el capital), posibilitará el rescate verdadero del senti-

do estructurante del trabajo vivo, contra el sentido (des)estructurante

del trabajo abstracto para el capital (antunes, 2003 y 2005a). Esto por-

que, bajo el sistema de metabolismo social del capital, el trabajo que

estructura al capital desestructura al ser social.

De modo radicalmente contrario, en una nueva forma de sociabi-

lidad, plenamente emancipada, construida por los “individuos libre-

mente asociados o por la asociación libre de los trabajadores” (Marx),

el forecimiento del trabajo social que desestructura el capital a través

de la atención de las auténticas necesidades humano-sociales desestruc-

turará al capital. Dando un nuevo sentido tanto a la vida dentro del

trabajo como a la vida fuera del trabajo.

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